tinta y acuarelas

RETRATOS PERSONALIZADOS EN TINTA CHINA NEGRA POR ENCARGO:



Precio

Tamaño


Pequeño:



30 euros


15x21 cm. aprox. (Total con marco: 20x25 cm.)



Grande:



50 euros


19x27 cm. aprox. (Total con marco: 24x30 cm.)



Técnica de tinta china negra, con pincel. Enmarcados sobre fondo negro y presentados bajo cristal, sin marco externo.


OTROS CUADROS:


Precio: 20 euros. Tamaños variados entre 20x25 cm. – 24x30 cm. (incluyendo marco)


Técnica: tinta china negra, acuarela, goauche, acrílico, mixta. Enmarcados sobre fondo negro y presentados bajo cristal, sin marco externo.



C.

viernes, 21 de septiembre de 2012

ZEN PARA TODOS

ZEN PARA TODOS.
Mi experiencia directa con la práctica del budismo zen me impulsa a querer compartir su sabiduría milenaria con quien quiera leer esto.
Pero, ¿qué es el zen? No te asustes. El zen, a mi modo de ver, no es una religión (aunque si te sientes cómodo con tu religión no tienes por qué abandonar su práctica, ya que el zen no es incompatible con nada), sino un modo de vivir la vida diaria y cotidiana, pero un modo diferente de vivirla, de forma más consciente, más plena, más “presente”. En la práctica del zen no cabe la magia, ni el esoterismo, ni ninguna práctica especial que requiera cualidades extraordinarias. No es necesario ni inscribirse en parte alguna, ni raparse el pelo al cero, ni hacerse monje, ni encerrarse en un monasterio budista o apartarse del mundo para practicarlo (aunque si quieres puedes hacerlo, claro). No hay dioses a los que rezar, ni rituales de iniciación. Puedes empezar a practicarlo ahora mismo, en este mismo lugar, porque el zen es (más allá del tiempo y del espacio que conocemos) tan sólo la práctica del AQUÍ Y AHORA. Es saborear el instante presente Tal y Como Es.
Según el budismo y, al parecer, según los avances científicos en neurociencia y física subatómica, TODO ES CONSCIENCIA. La realidad es pura consciencia, y de esa realidad tan sólo llegamos a captar una pequeña parte, lo que nuestro nivel de consciencia actual nos permite. Y además una pequeña parte muy condicionada por nuestros gustos personales, opiniones, apegos, costumbres adquiridas… por nuestra “socialización” como seres humanos, en definitiva. Esa “socialización” es en parte necesaria para nuestro desarrollo como especie (para no destruirnos unos a otros) y para poder entendernos, respetarnos, comunicarnos, y vivir en paz los unos con los otros. Pero si vamos más allá de esta “socialización” (sin que eso signifique des-socializarnos) y ahondamos un poco en nuestro interior podremos llegar a apreciar que la vida es algo más que aquello que creemos que es.
¿Quién puede practicar el zen? ¿Para quién es? Todo el mundo puede practicar el budismo zen, practicarlo dependiendo de su nivel de consciencia actual. ¿Cómo empezar? Pues desde el principio. Este es el principio del camino, estés donde estés, estés haciendo lo que estés haciendo, seas quien sea o hayas hecho lo que hayas hecho. Es este, este mismo punto en el que está ahora. Y el primer paso depende de ti, exclusivamente de ti, de nadie más. No importan las condiciones a las que estés expuesto, ni tus circunstancias o posibles dificultades. No hay límites ni limitaciones. No los crees en tu mente. Como dice un proverbio zen: “el que tenga sólo pies, que practique con los pies; el que tenga sólo manos, que practique con las manos”. Simplemente empieza por prestar atención a este momento. Pon tus cinco sentidos en este momento, en lo que está sucediendo en este momento. ¿Cómo respiras? ¿Cómo estás sentado? ¿Cómo te mueves? ¿Sientes frío o calor? ¿Escuchas algo de fondo? ¿Cómo percibes los colores, los olores? Hazte estas preguntas, pero no intentes dar respuestas con tu mente pensante o racional. Esa mente nos ayuda a ser eficaces, prácticos y efectivos. Podemos con ella pelar una patata o freír un huevo, hablar con otros, o construir robots de última generación. Pero esa pequeña mente no puede gobernar toda nuestra vida, todos nuestros actos, porque es una mente condicionada, socializada. Pero dejemos estas elucubraciones sobre la mente pensante por un momento. Obviemos todas las preguntas que nos vienen a la cabeza y continuemos prestando atención a todo lo que nos envuelve, a nuestros actos, a los actos de los demás. Este es el principio. Prestar atención. Y prestar atención prescindiendo de nuestras opiniones personales, de nuestras ideas “prefijadas”, prejuicios, miedos, etc. Al principio esto nos resultará bastante complicado de practicar, aunque parezca mentira. Es muy sencillo, pero a la vez muy complicado. Porque una y otra vez nuestra pequeña mente empezará a fabricar preguntas y respuestas sin cesar acerca de todo lo que “enfoquemos” con nuestra atención. Preguntas y respuestas sin final ni principio, como una rueda que gira interminablemente por pura inercia y que no se detiene nunca. Y todas estas preguntas y respuestas son el “velo” o la pantalla que nos impide disfrutar o vivir la vida en su aspecto real, a través de todos nuestros instintos. Hay que dejar pasar las preguntas y las respuestas y seguir prestando atención a lo que estamos percibiendo en este momento. A mí, por ejemplo, se me ocurre ahora mismo una pregunta: ¿es la consciencia un sentido más, al igual que la vista, el gusto, el tacto, etc.? No sé. Esa pregunta está ahí, pero ahora mismo pasa. La dejo pasar, la dejo irse como si fuera una nube en el cielo. Ahora está, ahora cambia de forma, ahora desaparece. Ahora llega otra nube, muchas nubes. Y repito la operación. Las nubes van por el cielo. Observamos el cielo. Y comprendemos que en el cielo hay nubes, es natural. No tenemos por qué destruir las nubes, ni eliminarlas. Vivimos el presente con el cielo y las nubes. Ni el cielo ni las nubes importan uno más que las otras. Son nuestra consciencia. Somos nosotros.
Hay muy pocas personas que practiquen el zen con diligencia y con constancia. Conozco muchos que dicen ser budistas, pero no practican nada el budismo. Eso no es ser budista. Si no quieres practicar el budismo, ¿para qué te interesa el budismo? No es obligatorio, ni quizá necesario para ti en estos momentos. ¡Déjate de rollos y sigue con la vida que llevas ahora mismo! Puede ser una vida igual de maravillosa y plena, llena de sentido, como la de cualquier practicante de budismo. El interés por la práctica del zen llega por sí sólo. Los motivos pueden ser variados: cierta curiosidad, preguntas acerca de nuestra verdadera naturaleza, acerca de quiénes somos en realidad como seres individuales, frustraciones, fracasos en lo que realizamos, resentimiento hacia la gente o incluso hacia nosotros mismos, apatía, depresión, hartazgo de todo, incluso del éxito, de la fama, del poder y del dinero… o quizá no te llegue nunca. Es un misterio. Si no te llega, pues puedes leer esto como un divertimento más, o dejarlo correr, pasar página, irte a otras páginas de Internet y seguir viviendo lo que estás viviendo. No pasa absolutamente nada. No eres ni mejor ni peor que nadie. Pero si te llega ese interés, si tropiezas por casualidad con el zen en un momento de tu vida en que quizá lo estés pasando mal, en el que las dudas y las preguntas te atenazan… es bueno tener una guía, una pequeña luz en medio de un camino oscuro que nos indique el camino para salir de la confusión en la que nos hallamos.
En el zen no hay respuestas. El zen no da respuestas a nada. Las respuestas las van encontrando tú por ti mismo a medida que vas avanzando en la práctica. Y algunas de esas respuestas no son solamente de carácter racional, sino “experiencial”. No hay palabras para esto que trato de explicar, pero puedo intentar señalarlo con un dedo: cuando decimos “esto sabe dulce”, ¿qué estamos diciendo? “Dulce” es sólo una palabra que nos sirve como referencia respecto a otros gustos como “salado”, “agrio”, etc. Pero nosotros no “sentimos” la palabra, no la probamos. No existe “dulce”. La palabra “agua” no moja. Al igual que si nos comemos una manzana pintada en un cuadro no nos sabe a nada. Esto es lo que quiero indicar con “experiencial”, o más allá de las palabras y de la razón. Por eso muchas veces hay respuestas racionales y otras no, aunque en el sentido último (si es que lo hubiera) la práctica del zen no busca encontrar esas respuestas racionales, ya que eso es lo que venimos haciendo desde que empezamos a “socializarnos”, y puede ser que vayamos huyendo de esto al encontrar insatisfacción, frustración, etc. en ese modo de vida. Pero debo añadir que en realidad no hay que huir de nada ni de nadie, ni de la sociedad ni de sus costumbres o sus preguntas y respuestas. Sólo hay que practicar lo que se nos dice con paciencia, con cierta constancia, dejándonos llevar por nuestra propia intuición natural, sabia, milenaria. No busques metas, no busques objetivos. Descarta el querer “estar bien” o “encontrar la felicidad”. Sólo son términos, ideas, conceptos completamente abstractos, palabras y definiciones de lo que puedes sentir realmente cuando vas más allá de ellos. No sé si existe la felicidad, no sé si hay esperanzas de que todo nos vaya mejor, no sé si existe la dicha o de si existe el bien o el mal. No sé nada. Sólo me dedico a vivir este momento prestándole la máxima atención, dándome con todos mis sentidos, y dejándolo pasar, dejando este momento y sumergiéndome en el momento que viene a continuación. Una nube, otra nube, el cielo, tormenta, viento, sol, lluvia, árboles, un coche que pasa, el teléfono que suena, las tareas que debo realizar hoy… todo en su momento. Cada cosa en su lugar y en su tiempo. Atención a todo esto. Y poco a poco la consciencia se irá abriendo. No crece, porque la consciencia no crece ni decrece. No es algo físico, ni tiene principio ni fin. Simplemente, ES. Y puede estar oscurecida o iluminada. Esto es la “iluminación”, y no lo que supuestamente creemos que es. No hay paraísos a los que llegar, ni éxtasis místicos que conseguir. No hay que aferrarse absolutamente a nada. Hay que dejar pasar, una y otra vez, dejar pasar constantemente, fluir como un riachuelo alegre en medio de las montañas. Descarta la idea de la iluminación, del bien, del mal, de la felicidad. Esto, a su vez, no implica forzar nada ni obligarnos a nada, o reprimirnos. No reprimir lo que sentimos, no obligarnos a sonreír si no queremos hacerlo. Si estamos tristes, estamos tristes. Si nos duele algo, nos duele. Si nos sentimos confusos y desanimados, nos sentimos así. La práctica zen sólo te indica que, una y otra vez, en medio de todas circunstancias, sensaciones, emociones y sentimientos, te instales en el presente que estás viviendo. Que, a pesar de todo ello, sigas prestándole atención a todo. ¿Qué sientes? Siéntelo sin miedo, pero no dejes de prestarle tu atención a la realidad: cómo sientes tu dolor, o cómo sientes tu miedo, o tu alegría o tu dicha. ¿Qué te provoca? ¿Qué te produce? Exprésate interiormente, no le des palabras a “eso” que sientes. No lo catalogues como bueno o malo, como mejor o peor. Sólo siéntelo. Eso sólo lo puede hacer tú. Yo no puedo ayudarte, nadie puede hacerlo por ti. Ve más allá de esto y no te aferres a ello, instálate en el siguiente momento presente. Al principio te va a resultar difícil, pero poco a poco te vas a sentir “mejor”, más ligero, y vas a ser capaz de ir dejando atrás con mayor rapidez todas estas percepciones y emociones, con soltura, con maestría. Aunque todo requiere práctica. Según el nivel de consciencia en el que te encuentres, según practiques con mayor o menor asiduidad el “sabor” del momento presente, te va a costar más o menos encontrar o sumergirte en ese estado (no definitivo ni perpetuo, ni para siempre) de alegría sin motivos, de frescura espontánea. La sonrisa aparecerá por ella misma. Quizá después de muchos años de práctica (dos, tres, o setenta); o quizá después de algunos minutos o de un solo segundo. Porque el presente, la consciencia, la realidad… están más allá del tiempo y del espacio. Ni absolutos ni relativos. Hay que utilizar esa pequeña mente que todo lo cataloga, que todo lo disecciona; pero no hay que dejar ser utilizados por ella. Coge tu coche, conduce. Ahora suelta el volante. ¿Qué sucede? Que el coche te lleva a ti. Mientras vayas en línea recta todo va bien, pero… ¿y si vienen curvas? ¡Atención!
Un saludo.
 AMARILLO

 ANOTHER ONE?

 BLANCANIEVES

 BLUE

 BUDA BAJO ÁRBOL

 BUDA SONRIENTE

 CABAÑA EN EL BOSQUE

 COMO PEZ EN EL AGUA

 CULTIVAR LO CORRECTO

DAVID (THE JAPANESE SMILE) (VENDIDO)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

IT´S TIME FOR LOVERS (VENDIDO)

PLAYA DE LA CONCHA (OROPESA DEL MAL)

EN EL PORTAL (VENDIDO)

ILUMINADA

ONLY A ONE KISS

ESCAPE

PREMIO

PUREZA

ABSTENERSE (VENDIDO)

BELLA (VENDIDO)

VELLO (VENDIDO)

LEALTAD

MAGA (VENDIDO)

MAMA

SIGNO

 BICHA

 BURLÓN

 DESTAPAR

 INDISPOSICIÓN (AUTORRETRETE)

 LIBERTAD (VENDIDO)

 MEDICINA

 OK

 PRIMOROSO

 PROCESO

RIMADOR

viernes, 17 de agosto de 2012

PROXIMAMENTE

Próximamente información, fotografías, arte, cine, proyectos, budismo zen, etc. en mi nuevo blog
Gracias